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El exceso de tejido adiposo se asocia con mayor riesgo de diabetes, síndromes metabólicos, enfermedad cardiovascular, demencia y cáncer. La acumulación de adiposidad visceral se ha relacionado específicamente con daño cerebral, probablemente a través de hipersecreción de adipocitocinas y activación de vías neuroinflamatorias.

 

Adiposidad visceral y antojos

Una posibilidad que no se ha probado previamente es que la acumulación de adiposidad visceral altera la sensibilidad del cerebro a las señales interoceptivas que normalmente guían la alimentación homeostática, por lo que un mayor depósito de grasas se ha asociado a trastornos alimenticios, como la adicción a comer.

Estudios de neuroimágenes han encontrado asociación consistente entre los niveles de adiposidad visceral y alteraciones estructurales, causando mayor activación de las regiones insulares anterior y medio posterior a los alimentos calóricos.

Las secciones posteriores de la ínsula están principalmente involucradas en el procesamiento de señales interoceptivas, por tanto, cambian su activación en relación con los estados homeostáticos del hambre y la saciedad. Por el contrario, las secciones insulares anteriores sostienen constantemente representaciones estables de señales externas.

La grasa visceral puede alterar el procesamiento de la red insular posterior de los insumos corporales interoceptivos y sensibilizar el procesamiento de señales externas de alimentos de la red insular anterior. Esta tendencia puede ser especialmente relevante en las sociedades occidentales, debido a la amplia disponibilidad de alimentos no saludables altamente apetecibles.

Análisis

Se realizó el estudio a 75 adultos con un rango de grasa visceral, quienes fueron reclutados a través de hospitales generales y anuncios comunitarios (es decir, prensa local, radio y redes sociales), además se registró si tenían entre 18 y 45 años y tenían un índice de masa corporal > 18. Todos los participantes fueron escaneados a la misma hora del día (4-6 pm), después del almuerzo y los niveles de hambre indicaron que estaban saciados (no hambrientos ni llenos) tanto al comenzar como al finalizar la sesión de escaneo.

La adiposidad visceral se midió usando un analizador de composición corporal que estima la cantidad de tejido adiposo que se acumula en la cavidad intraabdominal y alrededor de los órganos por impedancia bioeléctrica. Los valores van de 0 a 60, el rango entre 1 y 12 indica niveles normales de adiposidad visceral, y valores entre 13 y 59 indica una adiposidad visceral excesiva. Se usaron estas puntuaciones como una medida dimensional de la acumulación de adiposidad visceral.

Conclusiones

La grasa visceral es la mediación de la asociación entre la "red homeostática" y el ansia de comer. Los resultados sugieren que la acumulación de grasa visceral puede interrumpir la función normal de la red interoceptiva del cerebro y los antojos de alimentos (impulsados por el medio externo) del cerebro.

Los hallazgos sugieren que la grasa visceral interrumpe la codificación de la ínsula de las señales homeostáticas corporales, lo que puede impulsar los antojos de alimentos impulsados desde el exterior.

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