Inercia clínica en el tratamiento con insulina en el primer nivel de atención

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La prevención y tratamiento de diabetes mellitus tipo 2 (DM2) se ha convertido en uno de los principales retos para las instituciones de salud. La prevalencia global de este padecimiento se ha incrementado de 4.7 % en 1980 a 8.5 % en 2014.

Abordaje de los pacientes diabéticos

En México, los resultados de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de medio camino (ENSANUT 2016) mostraron que la prevalencia de casos conocidos de diabetes fue 9.2%.

Numerosos pacientes con diabetes tratados inicialmente con dieta, ejercicio o medicamentos eventualmente requerirán la intensificación del tratamiento. No obstante, se ha demostrado que esta medida terapéutica se puede retrasar por varios años, particularmente cuando la insulina es la siguiente opción terapéutica.

Dado que la inercia clínica es principalmente responsabilidad del médico y que el cambio de comportamiento requiere que el individuo perciba su importancia y se sienta seguro sobre lo que debe hacer (autoeficacia), el presente estudio tuvo como objetivo identificar la percepción del médico familiar acerca de la importancia, barreras y confianza para iniciar el tratamiento con insulina en pacientes con diagnóstico de DM2.

Este conocimiento puede ser de gran ayuda para implementar intervenciones apropiadas para apoyar al médico familiar a utilizar adecuadamente el tratamiento con insulina y, como consecuencia, incrementar la proporción de pacientes que logren los objetivos terapéuticos respecto a los niveles de HbA1c.

Barreras para la prescripción de insulina

Utilizando el índice de Smith y el análisis multivariado, se evaluó la relevancia y agrupación de conceptos relacionados con las barreras para la prescripción de insulina en 81 médicos de familia.

Sólo 35.8% de los médicos mostraron confianza para prescribir insulina; casi la mitad de ellos calificaron la intensificación del tratamiento entre moderada y poco importante (39.5% y 6.2%).

Las barreras se relacionaron con el médico (39.5%), el paciente (37%), el tratamiento con insulina (11.1%) y la institución (6.2%); 6.2% de los médicos no percibió ninguna barrera.

Las barreras se agruparon en 5 factores que explicaban 62.48% de la variación: nivel cultural del paciente, falta de habilidades médicas, temor a eventos adversos, inseguridad y falta de capacitación.

Conclusión

Es importante incrementar la confianza y seguridad del médico familiar en sus habilidades clínicas para la prescripción de insulina a los pacientes con DM2, a través de programas de capacitación en esta área, que también incluyan estrategias psicológicas y de comunicación.

Lo anterior puede influir positivamente en la forma de comprender y recordar las instrucciones del médico, en los resultados clínicos del paciente y en la calidad de la atención.

Independientemente de las consideraciones del médico sobre la importancia del tratamiento con insulina, la inercia clínica no fue resultado de una condición clínica compleja o comorbilidades del paciente, sino de sentimientos y creencias de los médicos familiares acerca de la conducta del paciente y la propia confianza en sus habilidades clínicas y de comunicación, lo cual afecta la calidad de la atención que proporcionan.

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